Como lo prometido es deuda, esta semana vamos a adentrarnos en las pintorescas Calas que nos ofrece Conil de la Frontera. Personalmente suelo disfrutar más de la amplitud de sus playas pero el cobijo que encontramos en la Cala del Aceite o en la zona de Roche es la opción perfecta en días de levante.
Las Calas de Conil se dividen en dos zonas separadas por el puerto pesquero. Si nos ponemos a mirar al mar desde cualquiera de sus barcos, a la izquierda y hasta la playa Fuente del Gallo se encuentran las Calas de Levante, y si dirigimos nuestros pasos hacia la derecha descubriremos las Calas de Poniente o de Roche.
Más allá de nombres o ubicaciones geográficas, si todas tienen algo en común es que son pequeños edenes naturales que nacen de los acantilados y donde podemos observar multitud de peces nadando cerca de las rocas. Sus aguas suelen ser muy cristalinas y su arena, igual que en toda la Costa de la Luz, blanca y fina. Al ser parajes naturales su acceso se limita a escaleras de madera talladas sobre las propias rocas o a caminos de tierra, y tan solo en la Cala del Aceite (la más amplia y conocida de todas) encontramos un chiringuito, en el resto tan sólo arena y mar.
De la zona de levante también podemos destacar la Cala Melchor, donde está permitido el nudismo o la Cala del Puntalejo, la más cercana al pueblo y quizás también la más familiar pero donde el levante no sopla.
En la otra vertiente, os animaría a ver un atardecer en las Calas de Roche, se localizan en la zona de apartamentos de la Urbanización de Roche y cuando baja la marea se puede pasar andando de una a otra. A primera hora de la mañana o a la caída del sol nos regalan ese momento de desconexión perfecto que tanto se ansía en vacaciones.
Y antes de acabar este post nos gustaría dejaros una pregunta en el aire, ¿a qué puede deber su nombre la tranquila y coqueta Cala del Pato?… Ven a Conil a descubrir la respuesta.
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