Conil, pase sin llamar

36 grados al norte, la plaza de Abastos, 6 grados al oeste, las Calas de Roche, 41 pasos de altitud el Mirador del Roqueo, y 43 kilómetros más la capital de Cádiz… Bienvenidos, pasen sin llamar que las casas de Conil han abierto ya sus puertas para que descubran sus rincones, sus historias, sus tradiciones y hasta sus más íntimos secretos.

Conil de la Frontera, un pequeño pueblo de unos 20.000 habitantes que un dos de julio, de hace ya algunos años pero tampoco demasiados, vio nacer a esta servidora que ahora os escribe. No fue en una casa a pie de playa ni con vistas a las azules aguas del mar que bañan la orilla de la Fontanilla o de El Chorrillo. No, más bien fue en un apartamento de ese Conil antiguo, pesquero, con olor a sal y viento de levante.

Desde aquellos años 80 las casas en Conil han cambiado, esos pequeños hogares con olor a picón han dado paso a apartamentos modernos, con todas las comodidades donde ya no se cocina sobre una hornilla sino que  se hace el atún rojo recién pescado en la almadraba al calor de una vitrocerámica.

Blanco y coqueto a la vez que salvaje y cristalino, así es Conil, un pueblo del Sur, de ese Sur que saluda las tierras de Marruecos a través de una calle de agua y donde todo el que llega promete volver.

El cartel de «Se alquila apartamento» acabo de colgar en mi ventana, junto a una pizca de sal, dos cucharadas de adobo, cuatro gotas de vino tinto y un hechizo que no ha hecho más que empezar para que semana tras semana las historias de mi Conil te lleguen a enamorar.

¡¡Pasen, pasen y vean!!